La Co-Presidenta de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) Argentina, Norma Ríos, declaró el miércoles 21 de agosto en el juicio oral por las causas Feced III y IV que se lleva adelante en los Tribunales Federales de Rosario. Con esta declaración se cerró la etapa de las testimoniales que fueron en total unas 300 a lo largo de todas las audiencias.
“En APDH nuestro principal objetivo y motivo fundamental de nuestra militancia cotidiana es hacer realidad la consigna de juicio y castigo a los culpables de los crímenes más feroces de nuestro pasado reciente perpetrados por el propio Estado. Esta consigna se va llenando de sentido a cada paso que damos como pueblo. En esta etapa de los juicios nos centramos en propender a que el relato de la justicia refleje con la mayor fidelidad posible lo ocurrido” aseguró Norma Ríos en su declaración ante los jueces del Tribunal Oral Federal Nº 2.
En un relato lleno de emoción y compromiso con las víctimas Norma Ríos recorrió décadas de lucha y recopilación de pruebas por parte de distintos organismos de derechos humanos. Además entregó a los jueces un cuerpo de 60 documentos de su archivo personal para probar diferentes aspectos tanto de su testimonio como de hechos que están relacionados a demostrar la culpabilidad de los represores juzgados en este tramo de la megacausa Feced.
“Quiero agradecer a los abogados de la APDH y a las compañeras y compañeros que hoy estuvieron presentes”, aseguró Norma tras su declaración y agregó: “en esta ciudad fundamos el Museo de la Memoria y también fue la primera ciudad del país dónde hicimos un encuentro de derechos humanos, nunca dejamos ni vamos a dejar de buscar memoria, verdad y justicia, desde lo judicial y en las calles”.
Compartimos abajo algunos fragmentos de esta testimonial:
“Soy una militante de la calle y la política, mi primer compañero fue preso político y Enzo Tossi, mi pareja actual, es testigo en esta causa. El genocidio, el golpe cívico, empresarial y militar, fue un golpe para toda la sociedad. Durante la dictadura mi vida se vio implicada, modificada, viviendo en diferentes lugares y de forma clandestina.
La APDH Nace a la luz de intentar defender a los presos de la Triple A y a los presos políticos, Y también nos manteníamos alertas porque estábamos a nada de tener pena de muerte en Argentina. Hay montones de personas que no van a poder estar sentados acá y decir todo lo que les pasó, porque murieron y no pueden hablar, por eso les agradezco que yo esté acá.
Entre el 87 y 96, con las leyes de impunidad hay un impase general en la búsqueda de justicia, no de parte de las Madres, Abuelas y organizaciones de derechos humanos que nunca dejaron de marchar, pero el resto de la sociedad no acompañó la lucha. Pero en el año 96 pasaron cosas extraordinarias en Rosario, por ejemplo el 24 de marzo fue absolutamente distinto a los anteriores, fue masivo y fue algo que mereció notas en los diarios. La segunda cuestión fue las primeras grandes apariciones en público de la organización HIJOS, fue muy importante para el campo popular. Era la certeza de que la lucha no terminaba ahí.
En ese año también tengo un cambio feroz en mi vida personal porque un policía asesinó a mi sobrino, Aníbal Pellegrini, que era estudiante y obrero. Ahí es cuando me acerco a la oficina de la APDH Rosario, que estaba en el mismo lugar que la de Familiares de Desaparecidos. Ese día conocí a Pety Luna. En ese lugar veo una pared llena de biblioratos. Pregunté que eran y me contestaron que era la causa Feced, ese material maravilloso que hoy nos permite estar acá.
Ese año empezamos a pedir que se retire de las fuerzas a la Patota de Feced porque eran parte de la policía en ese momento. Y el Jefe de la Policía responde que lo único que había hecho Ibarra durante el proceso era recortar noticias y que no tenía ningún impedimento para hacer ejercer funciones policiales, que no representaba ningún peligro para la sociedad.
Hubo una resistencia permanente. La lucha contra la impunidad es la más dura que se da contra el poder, pero fueron muchísimas las organizaciones que estuvieron al frente del reclamo, porque la derecha no iba a encabezar este reclamos, que fue la que se benefició económicamente de la dictadura. La impunidad se sostuvo, durante los gobiernos constitucionales.
A HIJOS se les ocurre organizar los escraches en Buenos Aires. Entonces con la Pety Luna pensamos que los podíamos hacer acá. Lofiego era uno de los más denunciados, porque siempre se hacía ver. Entonces pensamos el escrache a Lofiego. Ese hombre que paseaba su perro por la plaza frente al Normal 1, todos sabían quién era pero nadie decía nada. Ese día fuimos más de 500 personas escrachando.
Lo más terrible de estos hombres es su terrible humanidad, que son como cualquiera de nosotros. Y hay que escuchar a los compañeros y compañeras contar su dolor y encima tener que encontrárselos por la calle. Estos tipo no se llevaron 30.000 se llevaron familias enteras. Y hoy siguen porque matan a pibes y lo vemos por televisión. Este es el aparato represivo que dejaron. Por eso hay que condenarlos, porque esta es la historia de miles y miles.
Tiempo después trabajamos a pleno en el proyecto del Museo de la Memoria, y uno de los que se da cuenta de la importancia que este lugar va a tener es Cabanillas, Comandante del 2º Cuerpo del Ejército. Le manda una nota al entonces concejal Roberto Bererciatua para que reivindique el accionar de las fuerzas durante la dictadura y para que en el Museo se cuente también la historia de los militares. En ese momento otra vez con Pety entendimos que había que escracharlo. Lo hicimos el 10 de diciembre de 1998.
En el año 2000 logramos abrir el Museo de la Memoria en Rosario, lugar donde está resguardado el material de lo que nos sucedió a los rosarinos antes durante y después de la dictadura. Las historias que no se conocen corren el riesgo de ser repetidas.
En el 99 habían empezado los Juicios por la Verdad en La Plata. No teníamos muy claro hasta qué punto era importante eso pero teníamos la certeza de que en algún momento iba a haber justicia. Salíamos a las calles pero sabíamos también que la justicia tenía que ser parte. Ustedes los habrán escuchado a los testigos decir que no los odian a los imputados y no odiarlos fue una decisión política. Siempre los quisimos ver acá, en el tribunal, no torturados y encerrados como ellos tuvieron a nuestros compañeros. Siempre pedimos condenarlos y cárcel común, perpetua y efectiva.
La derogación de las leyes de impunidad fue una decisión política importante, pero que también fue posible y tuvo que ver con la lucha que veníamos llevando adelante. Porque podría haber estado la decisión y no tener nada, pero teníamos todo.
Son tantas las cosas que una quiere contar y refrendar por los que no pueden estar. Costó mucho entender todo el plan, toda la sistematicidad, que no eran brutos que torturaban».
Datos de la causa
Los acusados son los ex agentes de policía Carlos Ulpiano Altamirano, Eduardo Dougour, Julio Fermoselle, Ramón Telmo Alcides Ibarra, José Rubén Lofiego, Mario Alfredo Marcote, Lucio César Nast, Ovidio Marcelo Olazagoitía, José Carlos Antonio Scortechini, Ernesto Vallejo, Ramón Rito Vergara, Héctor Gianola y Daniel González.
Todos actuaron en el centro clandestino de detención que funcionó ex Servicio de Informaciones (SI) de la ex Jefatura de Policía local, el más grande de toda la provincia de Santa Fe. También será la primera vez que llegan a juicio oral dos casos de delitos sexuales declarados de lesa humanidad.
Este es el tramo más grande de la causa Feced. La querella de APDH está alegando por 188 casos entre Feced III y IV, de ese total 80 son casos nuevos, es decir que no fueron juzgados anteriormente. Se estima que por los tribunales federales rosarinos pasarán unos 300 testigos.
Los imputados deben responder, ante el Tribunal Oral Federal (TOF) N° 1 de Rosario – compuesto por Lilia Carnero, Eugenio Martínez y Aníbal Pineda–, por los casos correspondientes a 154 víctimas que estuvieron cautivas en el ex SI.