El Museo de la Memoria recibió a más de 2000 personas el viernes pasado, en el marco de una nueva edición de “La Noche de los Museos Abiertos”. La iniciativa tuvo por objetivo invitar a las distintas instituciones de la ciudad a abrir sus puertas al público en horario nocturno, para dar a conocer la historia de cada lugar y ofrecer diferentes actividades.
El Museo realizó tres recorridos guiados, en los cuales sus interlocutores relataron parte de su historia. Además, contó con la exposición de la muestra “No archivar: Deudas de la democracia, violencia institucional y derechos humanos”.
El primer recorrido estuvo a cargo de Marta Díaz (ex trabajadora de la entidad e integrante de la actual comisión directiva), una hora más tarde, el itinerario continuó con las palabras de Roberto Bereciartua -ex concejal de la ciudad de Rosario- que centró su narración en 1996, año en que presentó el proyecto de ordenanza para la creación del Museo de la Memoria (y que fue aprobado en el ‘98).
Para finalizar, Norma Ríos -Vicepresidenta Nacional de APDH y ex integrante de la comisión directiva de la institución- estuvo a cargo del último tramo, en el cual desarrolló su experiencia en el proceso de lucha para que el Museo tuviese sede definitiva en donde funcionó el Comando del II Cuerpo del Ejército durante la última dictadura. Éste tercer panel contó también con la presentación y participación de Alejandra Cavacini -Coordinadora del Departamento de Articulación Territorial del Museo- y Candelaria Zacchino -estudiante de trabajo social y pasante en el Museo-.
Cavacini comenzó explicitando la idea central de la charla y agradeciendo a quienes se acercaron, sin ocultar la felicidad de ver tanto público: “Para nosotros es muy importante la llegada de toda esta comunidad a esta institución, porque la mayoría de las personas que hoy llegan al Museo de la Memoria, llegan por primera vez”. En ese sentido, manifestó que el evento nocturno realizado en todos los museos provinciales y municipales de la ciudad, para ellos es “una excusa” para que muchas personas, principalmente jóvenes, puedan ir por primera vez y conocer de qué se trata el organismo y qué es lo que tiene para ofrecer a la comunicad.
Otro punto destacado fue el abordaje histórico. Si bien, el período 1976-1983 es trascendental, no se quedan solo allí, sino que plantean un antes y un después, conectando con las violaciones a los derechos humanos en la actualidad.
Un camino sinuoso: la lucha por el museo
Ríos describió el camino recorrido hasta llegar a la ordenanza de creación del Museo, las resistencias y obstáculos sorteados en ese trajín. Sobre aquellos días, rememoró que algunos de los organismos de derechos humanos peleaban por un lugar de memoria, pero no tenían muy claro si sería o no un museo. Destacó que en esa época hablar de “Memoria, Verdad y Justicia” no se hacía con tanta confianza y soltura como hoy en día. “Incluso, yo recibí gente de España que venía a decirme que no hablemos de genocidio porque acá había habido crímenes de lesa humanidad”, recordó ese intercambio en el momento en que, en el país europeo, estaba siendo llevado adelante el juzgamiento contra el ex militar argentino, Adolfo Scilingo. Sin embargo, su convicción era que “nosotros le decíamos que esto era un genocidio, que era político y que se iba a demostrar más temprano que tarde”.
La referente de derechos humanos basó su relato en la lucha colectiva de aquellos años y el acompañamiento de algunos hombres y mujeres que se jugaron en momentos claves, entre los cuales resaltó a los ex ediles Roberto Bereciartúa y Daniel Luna, junto a otros concejales.
Norma comentó la importancia de la conformación de una Comisión Promotora del Museo de la Memoria (que tendría vigencia desde el año 96 al 98) en el camino hacia la creación de la sede definitiva. Después de 1998, se institucionalizó y fue la comisión Pro Museo -la delegación de derechos humanos del concejo de la que participaban todos los organismos y organizaciones sociales-. Actualmente, lleva por nomenclatura “Disidencias, Feminismos y Derechos Humanos”.
Pero no todos estaban de acuerdo con fundar este espacio. Hubo resistencias, trabas e incluso amenazas. La vicepresidenta de APDH describió cómo Eduardo Cabanillas, quien fuera Comandante en Jefe del II Cuerpo del Ejército durante la dictadura, enfrentó a Bereciartua, amenazándolo mediante una carta. En ella le planteaba cual era la disposición que debía tener el futuro museo: mitad para los organismos de derechos humanos y la otra mitad para los genocidas, de esta forma, justificaba Cabanillas, cada parte contaría su historia. En referencia a estos sucesos, Norma sostuvo que el ex Comandante “tenía el aval, o la cobardía a su favor del Ejecutivo del momento”.
En ese contexto, comenzaron a tomar protagonismo los escraches a los genocidas organizados por organismos de DDHH. “Nosotros veníamos de este invento maravilloso de la organización HIJOS -nacida en 1996-, con el tema de los escraches, y a mediados del 98’ se hace un primer escrache al ‘Ciego’ Lo Fiego”, recordó. Por esos días, 500 o más personas se reunieron frente a su casa, lo cual les dio la pauta que parte de la sociedad necesitaba y quería conocer lo sucedido.
“Cuando comienzan los juicios de lesa humanidad, Cabanillas es imputado por el juez Rafecas. Es condenado a doce años de prisión, cumple cuatro y le dan la prisión domiciliaria y vive felizmente en San Martín de los Andes con su hija. Así convivimos día a día con los genocidas”, explicó. Por esta injusticia, el 10 de diciembre del 98 concretaron un primer escrache contra el represor.
En medio de estas jornadas, los sucesos se iban desarrollando y los medios de comunicación fueron de gran ayuda. “Generábamos un comunicado y era contratapa de Página 12, y así día a día”, describió la militante en su alocución.
El 29 de mayo de 1999, se realizó un segundo escrache al militar con un número de participantes mucho mayor, estimado en 1500 personas. Posteriormente fue pasado a disponibilidad, perdiendo el rango que ostentaba en el Ejército, en el marco de ser investigado por la justicia federal por su participación en el centro de exterminio “Automotores Orletti” (lugar clave en la coordinación represiva del Plan Cóndor). A la luz de estos acontecimientos, el discurso construido por el represor en su comunidad cercana, careció de toda credibilidad.
Los organismos continuaron con los escraches. “Le debemos haber hecho ocho escraches al Rock&Feller´s”, como respuesta a no poder concebir que funcionara un bar temático con la historia que había en ese lugar. Fue allí que todas las organizaciones rosarinas decidieron que cada vez que se juntaran en la plaza San Martín, harían un escrache al bar.
Luego promulgada la ordenanza, la dirección del museo fue concursada y comenzó a funcionar, aunque en una sede provisoria: la estación de Trenes Rosario Norte, donde se encuentra la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Rosario. En ese momento, trabajaban una mínima cantidad de personal, una pequeña biblioteca y voluntarios.
Pero no cesó allí. La sede definitiva debía ser en el lugar de los perpetradores, para así configurar un acontecimiento político y simbólico. Por eso, la lucha no terminó con la creación de la entidad, sino que continuó hasta el año 2010 con la instalación definitiva del Museo de la Memoria en la esquina de Córdoba y Moreno (lugar, que al abrir por fin sus puertas, este se encontraba en completo estado de ruina).
Ese mismo año comenzaron los juicios de lesa humanidad. Los organismos de la ciudad habían entendido la relevancia de trabajar en conjunto y esa institución fue pensada también como el lugar que debía generar cercanía con la gente, por la posible documentación que pudiese llegar a aportar en momentos cruciales.
En la actualidad, la entidad cuenta con el trabajo de abogados destinado al Servicio de Orientación Jurídica. “La APDH Rosario tiene seis querellas de lesa humanidad, incluido el juicio de Villa Constitución y La Vigil, que son antes del ‘76 y después del ‘83 y tenemos 25 querellas en todo el país y una en Italia, que vamos a transformar en tres en el corto plazo, por los que se fugaron y queremos que vuelvan o que sean condenados allá”, explicó Ríos, mientras invitó a los presentes a asistir a las audiencias de los juicios, las cuales son públicas. “Nadie entra a una audiencia de un juicio y sale igual”.
Por último, explicó que la Patagonia Rebelde, el Operativo Independencia, el Bombardeo a la Plaza de Mayo fueron hechos que ocurrieron en gobiernos constitucionales, elegidos por el pueblo, por lo que el terrorismo de Estado no es ajeno a los gobiernos constitucionales. “Hoy corremos muchísimo peligro porque, hace unas semanas, después de 25 años, metieron presos a siete chicos con los que estuvimos hasta la madrugada por pintar un desacuerdo que era en la práctica: ‘No al DNU’. Pero alguien tomó muy bien el mensaje”, enfatizó. A su vez, destacó la importancia de la reacción y mensaje que dio la población frente al hecho, ya que “más de mil personas esperaron en distintos puntos de la ciudad hasta las cuatro de la mañana, que los chicos estuvieran en libertad.”
De esta manera, concluyó interpelando a los jóvenes: “Siempre hace falta uno, dos, tres, diez que tengan el coraje como hacen los niños. Cuando todos nos dicen que no se puede, decir: sí, podemos. Lo hacemos y lo logramos”.
Violencia estatal del presente
Cada uno de los integrantes del Museo trabaja diariamente en la construcción de memoria. Es por ello que el espacio cuenta con diversas áreas: Centro Documental, Centro de Estudios, Departamento de Articulación Territorial y Servicio de Orientación Jurídica para las víctimas.
Como expresara Cavacini, uno de los objetivos es reflexionar sobre las violencias de ayer y hoy. Desde esa perspectiva fue diseñada la muestra “No archivar – Deudas de la democracia, violencia institucional y derechos humanos” ubicada en el subsuelo del Museo. La metodología se centra en trazar una genealogía de las luchas contra la violación a los derechos humanos desde el 83’ hasta la actualidad, escuchando las voces de activistas y familiares de víctimas de violencia institucional, junto al material audiovisual de distintos archivos.
El trabajo es una coproducción del Museo de la Memoria junto a Memoria Abierta, la Red de Investigaciones en DDHH (CONICET) y el área de DDHH de la UNR, y cuenta con la curaduría de Leticia Rigat.
La muestra estará en exhibición hasta el próximo 12 de mayo.
Por Noe Castañeda y Lautaro Ruiz
Fotos Prensa APDH Rosario