Los Lápices eran de colores, los Lápices siguen escribiendo

 

La Noche de los Lápices

Por Norma Ríos –  Presidenta de APDH Argentina.

Texto publicado en el Capítulo Nº 5 del libro Cine Argentino y Derechos Humanos, de la Colección Estación Cine dirigida por Sergio Fuster – Tres ediciones desde 2007 a 2018.

Ante la posibilidad de elegir qué película quería comentar dije sin vacilar ( y con bastante inconsciencia): “La noche de los lápices”

¿Qué me llevó a intentar comentar una de las más imprescindibles y controvertidas de las no tan numerosas películas sobre la Dictadura Militar genocida del 76?

1) Un reconocimiento: a los jóvenes secundarios de nuestra ciudad que hace años me hacen el honor de invitarme el 16 de septiembre a hablar , contar, recordar, homenajear a todos los compañeros desaparecidos , y muy especialmente a los seis jóvenes militantes de La Plata secuestrados en septiembre de 1976 ( y no lo hacen en cualquier lugar, sino frente al Rock and Feller’s donde funcionara el Comando del II Cuerpo de Ejército, hoy futuro Museo de la Memoria de Rosario, espacio conquistado a fuerza de escraches, marchas , peticiones y otras actividades , donde ellos jugaron un importante papel)

2) Mi reacción cuando la vi por primera vez a fines de 1986: Comenzaba la etapa constitucional y se revelaba el horror, la dictadura parecía derrotada, pero en la CONADEP y el Juicio a la Juntas Militares (no obstante su importancia histórica) afianzando la línea del gobierno de Alfonsín, se esgrimía la Teoría de los Dos Demonios.

Resistentes y genocidas quedábamos igualados en el “uso de la violencia” y “subversivos” era el término heredado de los militares que aún se usaba como una mala palabra. Como otros miles, que habíamos hecho lo posible por enfrentar de todas las formas que estuviera a nuestro alcance la dictadura, desde nuestros modestos lugares de militancia política/ social, la impotencia más absoluta y el escepticismo más profundo comenzaba a dominarme.

La impunidad se perfilaba en el horizonte (aún no podíamos saber cuan profundo llega-ría) y todos los que habían contado su calvario veían con desesperación que el “por algo habrá sido” tenía plena vigencia. No obstante, las organizaciones de derechos humanos recibían las denuncias intentando no perder testimonios, continuando incansables su lucha por juicio y castigo, que, ellos sí, preveían muy larga.

No éramos inconscientes de lo que había pasado, aunque no tuviéramos la total magnitud, pero la representación visual de parte de lo que se había contado, rompió por completo mis diques de contención. No me permití llorar de dolor en la dictadura. Pero ese día, viendo la película, rompí en un llanto desgarrador, que duró no sólo la hora final, sino que siguió en un bar donde mi compañero intentaba calmarme. Para peor, no hablaba, y nunca olvidaré la cara de desconcierto del Flaco, aunque, supongo, revivía él también su paso por la mazmorras del Proceso de Reorganización Nacional………

Lloré mucho, descargando tal vez el miedo, el terror de años pegado a la piel, el dolor por las ausencias, la angustia de no haber podido más, la culpa de haber sobrevivido, el desarraigo de mi lugar natal, el aprendizaje doloroso en la gran ciudad, los cambios impensados que marcaron mi destino para siempre, las casas clandestinas sin amigos, el futuro ???? Condicionado por asonadas militares que no tenían castigo…………

¿Qué nos cuenta “La Noche de los Lápices”, basada en el libro del mismo nombre, que a su vez recoge el testimonio del “único sobreviviente”, Pablo Díaz ????

Según www.cinenacional.com: “En septiembre de 1976, durante los primeros meses del gobierno militar en la Argentina, siete adolescentes de la ciudad de la Plata son secuestrados, torturados y asesinados a raíz de sus protestas por el aumento del boleto estudiantil. El film relata estos sucesos desde la voz y presencia de su único sobreviviente”. La síntesis adolece de dos gruesos errores, uno conceptual. No fueron castigados tan ferozmente sólo por una lucha justa como el boleto estudiantil, ni Pablo Díaz es el único sobreviviente. Hagamos un acercamiento a la situación real de lo que pasó, ya que la verdad conlleva una carga inmensa de momentos, subjetividades, testimonios y protagonistas que aún faltan para llegar a ella en toda su magnitud.

Y recurro a un trabajo que me acortó caminos (La Noche de los Lápices: El deber de la Memoria y las escuelas de Federico Guillermo Lorenz-): “Entre el 15 y el 21 de septiembre de 1976, la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires, fue el escenario de una serie de operativos orientados a la represión del movimiento estudiantil. Entre el 16 y el 19 de ese mes fueron secuestrados Francisco López Muntaner, María Claudia Falcone, Claudio de Acha, Horacio Angel Húngaro, Daniel Alberto Racero, María Clara Ciocchini, Pablo Díaz, Patricia Miranda y Emilce Moler. Todos eran estudiantes secundarios en distintos establecimientos de esa ciudad y militantes de la U.E.S. (Unión de Estudiantes Secundarios) uno de los frentes de masas de los Montoneros, con excepción de Pablo Díaz que era integrante de la Juventud Guevarista. Salvo María Clara Cicchini, que venía de Bahía Blanca, los adolescentes habían participado en las movilizaciones por el boleto estudiantil secundario (BES) de la primavera de 1975, que habían logrado una tarifa preferencial para los estudiantes secundarios. Este beneficio había sido removido por el gobierno militar de la provincia poco después del golpe de marzo, y las autoridades estaban en conocimiento de que los grupos estudiantiles preparaban demostraciones al respecto, en el contexto de otras acciones acciones de denuncia contra la dictadura militar”. Durante su secuestro, los jóvenes fueron sometidos a torturas y vejámenes en distintos centros clandestinos: el Pozo de Arana, el pozo de Banfield y la Brigada de Investigaciones de Quilmes. Seis de ellos (Francisco, María Claudia, Claudio; Horacio, Daniel y María Clara) continúan desaparecidos y se presume que fueron fusilados en el sótano de la Jefatura de la Provincia de Buenos Aires, a principios de 1977 (información en CONADEP/1084-Falcone, 2001b:85)

Algunas aclaraciones sobre el párrafo: 1) La planificación del operativo la hizo Etchecolatz, lo llamaron “La noche de los Lápices”, el máximo responsable era Ramón Camps. 2) Sobrevivieron: Patricia Miranda, Emilce Moler, Pablo Díaz y Gustavo Callotti. Patricia Miranda calló su calvario, pero Emilce Moler, dice en La Fogata (Argentina): “En el ‘85 di mi testimonio al Equipo Argentino de Antropología Forense y en el ‘86, contra Camps, donde también declaró mi padre. Fue el primer policía en testimoniar contra Camps. Si mi primera declaración hubiese sido en Bs. As, seguramente los hechos se hubiesen contado como fueron…”. “… No relaciono nuestra detención con la lucha por el boleto estudiantil, que fue en el ‘75, sino con nuestra militancia. Estoy segura de eso. No es una negación de la historia anterior sino es como agregarle algo más, recrearla” y agrega en otros reportajes (Página 12): “…teníamos un proyecto político, en relación con los desaparecidos de los secundarios de la Plata”.

3) Gustavo Callotti, que fuera secuestrado el 8 de septiembre, pero se considera un sobreviviente de la noche trágica porque compartió con sus antiguos compañeros del secundario torturas y prisión clandestina. “Se construyó una historia con el Boleto estudiantil y se hizo un símbolo que vació el contenido” … “en ningún interrogatorio se mencionó el boleto. Nos detuvieron por militar en organizaciones populares. Lo que queríamos era hacer la revolución” asegura. “… No hubo una Noche sino muchas….”

4) Los jóvenes, en general, fueron el objetivo fundamental de la represión.

5) La acción genocida buscaba aniquilar la resistencia en los movimientos de masas y en ese marco se ubican los jóvenes de La Plata ( Dec. Nº 2772/75, del 6 /10/75, secreto, firmado por Isabel Perón, Ruckauf, Cafiero y Luder, y otros, propone, en uno de sus ítems: “Aniquilar los elementos constitutivos de las organizaciones subersivas” dando por tierra la falacia que hablaban de “aniquilar el accionar de la organizaciones armadas”) Los “elementos constitutivos” eran los militantes populares.

¿Por qué prevalece en la película la historia oficial, descontextualizada, dividida en dos partes: una light, casi infantil, de amores juveniles, vidas perfectas, con breves pantallazos y señales muy difusas de la lucha, y la otra, donde el horror se descarga con toda su fuerza, apareciendo como un castigo absolutamente desproporcionado a una lucha justa de “jóvenes inocentes, casi niños , perejiles, aún en formación” ??? Es la distorsionada visión del Director Olivera, aceptable para el marco social predominante.

Veamos que nos dice Pablo Díaz, cuyo mérito indiscutible fue denunciar en el Juicio a la Juntas y cada día de su vida la terrible experiencia: Testimonio para Télam (dic/ 2006): “Porqué un operativo contra los secundarios y no contra militantes en un sentido genérico?” El documento elaborado en la jefatura de policía decía textualmente que había que eliminar el semillero subversivo. El operativo partió de suponer la desarticulación política y militar de las organizaciones guerrilleras, y de los sectores universitario o barrial, de modo que buscaban la desarticulación de los secundarios…..” ¿Se simplificó el relato para que hubiera poca militancia y hacerla una historia “posible» en los 80? Sí, a la distancia es así. Yo recuerdo que cuando trabajamos en el guión de la película había un marcado miedo de que la gente nos viera culpables por haber militado en una organización política, algo que hoy es parte de la normalidad democrática. Pero en ese momento trabajábamos contra prejuicios fuertes como el “por algo será”. Allí razonamos que lo importante era reconstruir valores, porque ninguna sociedad admite fácilmente las cosas que dejó pasar aunque luego le horroricen. Y hoy, treinta años después, cómo es la memoria de «La noche?” “La Noche de los Lápices será la historia de todos los sobrevivientes secundarios reprimidos en la dictadura, será la historia de todos los estudiantes secundarios reprimidos hoy, será la historia que querrán que sea los secundarios de mañana.”

Pablo dejó claro antes y luego del libro, cual había sido la realidad, se transformó en portavoz, impulsor y constructor de la Memoria, pero indudablemente priorizó una parte de la verdad (lo hicieran muchas madres y familiares) para poder cumplir con uno de los objetivos de sus miles de charlas públicas, la reorganización del movimiento estudiantil. Estaba la presión del contexto social, el miedo a “que lo separen…” “….por haber militado”….

Testimonio imprescindible de Jorge Falcone, hermano de Claudia, sobre condiciones históricos/ políticas que rodearon la filmación, para comprender lo antedicho:” La secuestrada (desaparecida) Cecilia Viñas aún daba señales de vida a sus familiares desde algún lugar insondable de la Argentina, y el hijo del ortodoncista de mi hermana le negaba a mi madre el acceso a los moldes de su dentadura para no agravar con dicha molestia la frágil salud de su padre” “Cuando concurrí ante el escribano comisionado por la productora a fin de autorizar mi legítimo apellido en el film, dicho anciano manifestó, sin que nadie solicitara su opinión, que según entendía, a los chicos de “La noche de los lápices” habría que haberlos fusilado en la plaza pública”… “el lugar elegido fue la Esc. Superior de Policía Juan Vucetich” (hoy sabemos que albergó detenidos/desaparecidos) “Sus cadetes de aquel momento, representaron, pues, a estudiantes y represores. Y al cabo de realizadas las tomas de rigor, vivaron ante el equipo en pleno de rodaje el nombre del General Ramón Camps.”… “….En el lugar que se reconstruye el Pozo de Bansfield, el custodio del establecimiento, luego de una filmación de escena de torturas” manifestó….que “así no gritaban los verdaderos subversivos” sino que “a veces se la aguantaban hasta el final los muy hijos de puta… aunque le diéramos con todo”…. .(A.P.D.H. Libro: Memoria y Dictadura) Jorge remarca que su hermana no era la heroína del grupo, como la pinta la película, sino una militante revolucionaria, una “de aquellos chicos que no fueron mejores ni peores que los de la actualidad, sino iguales a la época que les tocó vivir”. A pesar de ser ambos asesores históricos, Olivera, hizo su voluntad.

Es obvio que a un joven de hoy, que se identifica con el reclamo justo, (no olvidar que el medio boleto está naturalizado, pocos se preguntan cuándo nació esta reivindicación) con las bromas, las picardías, los amores y secretos, no podría entender jamás, sólo viendo la película, sin más explicaciones, sin el apoyo y complementación histórico temporal de un docente, o padre, o militante de derechos humanos, etc., porqué tuvieron que pagar con torturas inimaginables y su propia vida el derecho a reclamar.

No voy a hablar técnica ni la actuaciones, pero hay escenas para remarcar y conversar con los jóvenes espectadores: 1) El diálogo de María Claudia y Pablo sobre las organizaciones a las que pertenecen, 2) Las respectivas discusiones de ambos con sus padres, y la visiones diversas preponderantes, 3) La escena de Pablo entregando material en las villas, 4 ) María Claudia alfabetizando niños carenciados , 5) Pablo en la tortura y la mojigatería imperante , que mostrando los crímenes más alevosos, censura la “partes pudendas”, quitándole credibilidad a la escena, 6) La historia en diapositivas, algo común en los 60/70, pero irreconocible para los jóvenes de la era Internet.

Conclusión: la película alcanzó una gran difusión y popularidad, a través de su exhibición los 16 de septiembre, con posterior debate. Es un recurso didáctico legitimado al que apelan los docentes. Año tras año se pudieron incorporar datos y vivencias de la época, gracias al trabajo de sobrevivientes, organismos de DD.HH y profesores conscientes. En el año 88, fue vista por más de 3 millones de personas, cuando la pasaron por TV abierta, en un canal privado. Ese año, se reimplantó el boleto estudiantil secundario en Bs.As. Y más allá de las sensaciones de los primeros años, horror, estupor, indignación, desear hacer algo para que “nunca más”, paralización, con el paso del tiempo, y la ampliación y construcción de la Memoria Colectiva, hoy los secundarios recuerdan la fecha unida al Boleto Estudiantil, pero no olvidan en ningún momento que fue parte del genocidio que asoló nuestra patria. Y cada vez más investigan la razones de porqué hubo quien pudo ejecutar tales crímenes de lesa humanidad y continuar impunes.

En el año 1998 se incorporó oficialmente al calendario escolar de Bs. As. Como “Día de los Derechos del Estudiante Secundario”, con obligatoriedad de brindar información.

Mientras escribo, me golpea la noticia de la muerte de Nelba Méndez de Falcone, la madre de María Claudia. Mujer de coraje, dirigente histórica de APDH y Madres de Plaza de Mayo, fue detenida y torturada en reiteradas ocasiones junto a su esposo, en el camino de buscar primero a su hija y luego Juicio y Castigo a los Culpables.

Su lucha no fue en vano, cuando vemos a los jóvenes secundarios escribiendo en las calles y paredes cada nuevo aniversario:

“Los Lápices eran de colores” y “Los Lápices siguen escribiendo”.

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