Dignidad de todas. Norma Ríos: la persistencia de las luchas

15 de marzo de 2022

La ciudad de Buenos Aires iluminó la noche a lo largo de la avenida Corrientes. Para algunos habitantes del centro porteño, fue un día más de la semana, sin embargo, en el Centro Cultural de la Cooperación se preparó un marco especial. Es la fecha indicada en la cual, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), hizo entrega de los Premios Dignidad. Fueron cinco las mujeres y/o movimientos de mujeres nominadas al mismo, entre ellas, la compañera de la regional Rosario y Vicepresidenta en APDH Argentina, Norma Ríos. Junto a Liliana Daunes, Mirtha Argarañaz, Valeria Ochoa y el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir, recibió el reconocimiento por su larga trayectoria.

Luego de la transmisión de un video elaborado por el equipo de prensa de APDH Rosario, que ilustró el camino iniciado por la compañera hace más de veinte años en el organismo, Norma subió emocionada al escenario a dirigir unas palabras: “Agradecimiento a la Secretaria de Mujeres, Género y Diversidad. En María Elena pongo el nombre de absolutamente todas las mujeres de esta comisión. Como pasa en lo cotidiano, no se dan cuenta que lo que hacen, ayuda a cambiar la historia de las mujeres en Argentina”.

Ríos expresó, viendo en retrospectiva, la magnitud de labores cotidiana que “habitualmente hacemos y nos parece que es nada”, y en un momento “vemos treinta mil documentos y nos damos cuenta que hicimos muchísimas cosas que ayudaron”.

Los agradecimientos se extendieron a sus compañeras/os de Rosario (muchos de ellos se hicieron presentes y viajaron en el día para acompañarla) “que son parte de cada una de las cosas”. “El tercer agradecimiento es a la APDH como organización, a su presidencia, donde hay una mujer. Pero también a dos compañeros varones: Eduardo (Tavani) y Guillermo (Torremare), que son incondicionales, y eso no es poca cosa cuando hablamos de intentar ayudar y romper con el patriarcado”, manifestó.

Norma condensó la lucha de mujeres a lo largo y ancho de todo el país en el premio otorgado a ella, por eso “este premio es de todas las mujeres de APDH. De Jujuy a Tierra del Fuego, de Corrientes a San Juan, Mendoza, hay regionales de APDH”. Ríos dio cuenta de las adversidades de los contextos en el territorio nacional, y la valentía de cada compañera para afrontarlo, procurando justicia, bienestar para el pueblo. Es consciente de lo que sucede en cada región, por eso “lo compartimos con las mujeres de los pueblos originarios que luchan y resisten”; y reflejó su anhelo de tener “la posibilidad de una vida digna”, que implica “salud, educación, vivienda, trabajar” pero también “diversión, vacaciones. Cosas que tenemos y nos hacen felices” por este motivo “trabajan esas mujeres y compañeros”.

La vida sin dignidad no es vida. La vida sin dignidad elemental de ser un ser humano reconocido por el otro, es simplemente estar, respirar, pero no es vida, formuló.

Las palabras evocaron a aquellas ex detenidas padecientes del terrorismo de Estado en todas sus formas. “Eso sí es dignidad. Haber resistido y haber callado cuando había que callarse, y hablar cuando tenían que hacerlo”. En línea con esto, exaltó el valor de esas mujeres por recordar para exponer en los juicios a los genocidas y así poder condenarlos. “Se les pedía que recuerden y saquen sus demonios del fondo del estómago y los pongan sobre la mesa”, graficó.

“Lo compartimos con las hijas que aún buscan a sus padres y madres desaparecides, y también buscan su propia identidad”.

En su alusión, estuvieron las campesinas “que mueren junto a sus familias por los agrotóxicos”, un negocio “que da ‘guita’ y entonces nadie puede ayudarlas”; aquellas que enfrentan la violencia de “la yuta” o de “los narcos”, sorteando la desventura de las drogas. En ese marco de atropello de los derechos, la dedicatoria también es para “esas mujeres que buscan justicia por sus hijos masacrados, o aquellas que buscaron y siguen buscando”.

Visiblemente conmovida por las injusticias causantes de penurias como el hambre, Norma incluyó en sus palabras a “esas madres que mienten dolor de ‘pancita’ cuando la comida no alcanza”. Esa injusticia es el escenario donde fluye la violencia machista y arrebata la vida de las mujeres, por este motivo, también lo compartió con “esas jóvenes maravillosas de los pañuelos verdes y lilas que aprendieron que la muerte de las suyas es tremenda y salen a la calle a gritarlo y a defenderse”.

Ese niño de los años 2000

Ingresando al cierre de su intervención, Ríos narró una emotiva anécdota, donde dio cuenta cuál era su obligación como militante. “Por el año dos mil, en la plaza General Mosconi, en Salta, cuando los ‘YPFianos’ hicieron ‘La plaza del aguante’, un niño de unos siete años, me dijo: ‘Señora, esto es una indignidad y nosotros tenemos que defendernos’. El niño estaba hablando de los gendarmes que reprimían a su pueblo y ya habían asesinado a varios dirigentes piqueteros. Ese día, comprendí que si un humilde niño de un pueblo del norte tenía tan claro lo que era la dignidad, yo tenía la obligación de seguir peleando para conseguir cambios”. Desde ese entonces, supo cuál era su “obligación, y además, que esa obligación sea de muchos más cada día”.

Norma Ríos, según sus palabras, se propuso hacer de la organización un lugar en donde desarrollara y encausara tanta lucha. “Era lo mejor que había encontrado cuando lo necesité. Me ayudaron en un momento terrible de nuestras vidas”, dijo al respecto del organismo.

Para finalizar, concluyó: “Esos cambios, no importaba si no los llegaba a ver, pero resulta que los ví. Las luchas arraigan y son semillas. Por eso avanzamos, pese a todo. Por castigo a los genocidas, por memoria, verdad y justicia. Para que no haya olvido y que no nos cambien la historia, como nos enseñaron las madres, ejemplo si los hay de verdadera dignidad.

No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos. ¡Son treinta mil!”.

 

Producción: equipo de prensa de APDH Rosario

Texto: Noelia Castañeda y Lautaro Ruiz

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